Los hambrientos han comenzado su
cacería, necesitan llenar el vacío que les consume el alma y las tripas.
Diana sabe bien lo peligrosos que son y que no irían detrás de Ángel si
no fuera por alguna razón muy especial; pero, según las leyes del
Concilio, no puede ayudarle... aunque ella nunca ha sido muy buena
siguiendo las normas.
¿Tendrá algo que ver con los grafitis que Ángel pinta a escondidas y que firma con sangre? ¿O será por alguna de las obras de arte que ha vendido en secreto por eBay? Ni siquiera Toni, su mejor amigo, conoce la verdad.
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