Savia negra, la segunda parte de Flores de Sombra,
empieza varias semanas después de la boda de Hazel Hawtorne con el
heléboro Áster. La boda no fue espontánea, sino que Hazel se vio
obligada a aceptarla para evitar una rebelión de las criaturas del otro
lado que habría supuesto un grave ataque al mundo de los humanos.
Por
tanto, a pesar de sentir amor por Áster, no puede evitar pensar que, de
alguna manera, éste le tendió una trampa para conseguirla. Cada día que
pasa conoce nuevas facetas de su esposo: algunas de ellas hacen que su
amor crezca, y otras que lo cuestione. Lo mismo le sucede con la
sociedad de los heléboros: su admiración hacia unas cosas y rechazo
hacia otras la sume en una contradicción constante. Sus dudas aumentan
al conocer al atractivo Ginevre, que resulta ser un cercano enemigo de
Áster.
Pero
Hazel no tiene tiempo para aclarar sus ideas, porque Áster y ella
sufren un terrible ataque y comprenden que sus vidas corren peligro. Ni
siquiera saben de dónde viene la amenaza: el modo de actuar de los
heléboros se basa en la distracción y en el despiste. Los
acontecimientos se suceden sin que Hazel pueda preverlos, y solo a
través de observar sus reacciones ante el miedo y el peligro es capaz de
llegar a comprender sus verdaderos sentimientos. En este segundo libro,
Hazel se sumerge el mundo de los heléboros y descubre muchos de sus
secretos mágicos, pero, sobre todo, aprende a conocerse a sí misma.
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